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  • Importa notar al mismo tiempo cierta impaciencia con la inde

    2019-05-24

    Importa notar, al mismo tiempo, cierta impaciencia con la indeterminación del saber celebrada hasta no hace mucho. En la ruta hacia el neoliberalismo, ese tránsito del Estado al mercado —como suele llamársele en América Latina—, la duda epistémica, el pensamiento débil, los juegos de lenguaje y la resistencia Asiatic acid partir del arte y la estética han ido perdiendo terreno. La producción actual del saber precisa acercamientos más axiomáticos en torno al capital simbólico, apuestas capaces de aplazar o negar la perplejidad, reorganizando comunidades de intereses más definibles. Este giro, esta forma de reorganizar la duda conceptual, coincide en gran medida con la tan citada “crisis de las humanidades” que acompaña a la universidad neoliberal, en particular la norteamericana, desde hace varias décadas; un cuestionamiento, a ratos un debate, sobre el valor de sus teorías, métodos y objeto de estudio, en sí agudizado por la pérdida de un 25% del mercado de trabajo académico después de la depresión de 2008, sobre todo en materias definidas por las letras. Pero esa “crisis” también ha arrojado nuevos saldos inesperados, no sólo señales de vida sino todo un despliegue de propuestas, líneas de fuga y, en algunos casos, paradigmas que parten del viejo anclaje disciplinario conocido como literatura y cultura latinoamericana. Los ejemplos más importantes confirman el campo de estudios conocido como “latinoamericanismo”, que también se suele definir como una crisis interna a su propia composición. Una manifestación novedosa serían los nuevos circuitos independientes o alternativos de edición —piénsese en el conocido fenómeno Eloísa Cartonera u otros esfuerzos análogos, como el de ediciones Torre de Letras (La Habana)— al igual que el creciente entorno de los blogs, por donde circulan y se codifican textos casi independientemente del mundo académico. Ambos vienen transformando la noción de público, dando voz a una constelación de sujetos ciudadanos, migrantes y virtuales hasta hace poco impensable. Una segunda instancia, sin duda en contraste con la primera, corresponde a la expansión editorial afianzada por el euro y el alcance global del español, es decir, el enfoque transatlántico. Esto explica en buena medida los impulsos que han revitalizado el empalme entre el hispanismo y las letras latinoamericanas en las últimas dos décadas, tanto en la creación como en la crítica. Un tercer índice atañe a centromere la rearticulación de los valores nacionales, en artes, letras y cultura en general, un anclaje sin duda profundo, si no inagotable, que ahora tiende a pluralizarse, retornar a la historicidad y pensarse menos hegemónicamente, ya sea desde la sociología de Bourdieu o la estética de Rancière. Y un quinto enlace, si acaso mayor por su capacidad de convocatoria sería el plano de los estudios culturales, ese entorno ilimitado de discursos sobre género, e imágenes que entrecruza formas artísticas e identidades en tránsito hoy cifradas por la fecundidad tecno-mediática.
    Cada uno de estos encauces merece mayor abordaje y será motivo de ello más adelante. Hay, sin embargo, dos proyectos que exigen atención especial por la ambición de su apuesta, por el peso de su influencia sobre los encauces ya listados y por la relación que sostienen con épocas previas y legados teóricos en pos de nuevos horizontes, entre ellos el marxismo. El más reciente sería la colonialidad del poder, una suerte de poscolonialidad latinoamericana, al menos al comienzo, que viene estableciendo su perfil desde mediados de los noventa y enfatizando el pensamiento autóctono de América Latina. Podría decirse que el proyecto funde vertientes conocidas desde los sesenta o antes —teoría de la dependencia, teología de la liberación y cierta diacronía lingüística—, reorientadas ahora dinámicamente por las coordenadas de la globalización. Más específicamente, se trata de una apuesta que congrega la sociología de Aníbal Quijano, la diacronía antropológica de Walter Mignolo y la reflexión teológica de Enrique Dussel, todo ello en gran medida cartografiado por los sistemas mundiales que informan el pensamiento marxista de Immanuel Wallerstein y el nuevo espíritu de cambio político en el área andina.