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  • Adem s tambi n hay que analizar la

    2018-10-25

    Además también hay que analizar la forma en que el puritanismo que se ha filtrado en la discusión alimenta lo que Elizabeth Bernstein (2012) califica el “giro carcelario” de la política neoliberal. Bernstein encuentra que, al reformular el comercio sexual como “tráfico de mujeres”, el activismo feminista abolicionista ha transnacionalizado un discurso que alienta una política punitiva. A Bernstein le preocupa que ahora las feministas acudan cada vez más al terreno judicial y lamenta que la tendencia feminista abolicionista busque la criminalización, no solo de los padrotes, sino de los clientes, como una vía eficaz para erradicar el comercio sexual (Bernstein 2012:240). Bernstein, quien hizo una investigación durante cuatro años entre los grupos abolicionistas, entrevistando lipoxygenase muchas de sus líderes, retoma la frase de una de ellas para ejemplificar esa postura: “Necesitamos leyes que hagan que los varones se lo piensen antes de entrar al negocio de la explotación sexual comercial” (2012:241). ¡Zás! Tal parece que este feminismo le da la espalda a una reflexión sobre las causas estructurales (económicas y culturales) del fenómeno, y en su lugar asume el imperativo punitivo neoliberal. ¿Dónde queda la resistencia feminista frente al control del Estado? Bernstein documenta cómo el discurso feminista sobre “las víctimas que hay que salvar” ha servido a la estrategia carcelaria contemporánea de la agenda económica neoliberal, y ha producido una “remasculinización del Estado”, al facilitar un control creciente sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres. Sí, el abolicionismo contemporáneo, al concebir la “prostitución” como una forma de violencia sexual, en lugar de insistir que el Estado se enfoque en las condiciones estructurales de explotación de la fuerza de trabajo, ha ampliado y fortalecido la intervención judicial. Así el análisis del tráfico se ha desplazado de los factores estructurales y las instituciones dominantes a los hombres delincuentes (clientes, padrotes y traficantes). Según las investigadoras ya citadas, lo que más preocupa a sperm las feministas abolicionistas y a los cristianos conservadores, es la comercialización generalizada de las relaciones sexuales, que perciben como un peligro. Y, ante lo que viven como una amenaza, su reacción puritana ha sido respaldar la estrategia neoliberal de criminalización. ¿Será que el nuevo paradigma respecto a la sexualidad —el del sexo recreativo en lugar del sexo procreativo— es lo que ha provocado que aumente la política carcelaria? No deja de sorprender que dicha creencia pase totalmente por alto elementos estructurales del capitalismo que favorecen la ganancia económica de unos cuantos grupos. Pero era inevitable que el neoliberalismo impactara al feminismo al igual que a toda la vida social. Son muchas las reflexiones académicas que analizan la dinámica que está generando este momento tardío del capitalismo, que Sayak Valencia (2014) califica de “gore”. Lo que la dinámica neoliberal ha provocado llevó a Nancy Fraser (2013) a la denuncia de que el movimiento feminista se ha terminado enredando en una “amistad peligrosa” con los esfuerzos neoliberales para construir una sociedad de mercado. Y aunque comparto con Fraser su llamado a romper esa “amistad peligrosa” con el neoliberalismo, mucho me temo que estemos ante el devenir imparable que Bolívar Echeverría describe con el concepto de “fuerza cósica”. lipoxygenase Ya Irma Saucedo y Guadalupe Huacuz apuntaron algunos “efectos no deseados de la acción feminista” en la lucha en contra de la violencia hacia las mujeres (2011: 236). Y Kristin Bumiller (2008) ya había señalado cómo la política neoliberal ha aprovechado la lucha feminista contra la violencia hacia las mujeres. Ante esta gravísima situación, me parece que hay que volver a poner la mirada a la cuestión del trabajo. Martha Nussbaum lo hace espléndidamente en su ensayo sobre la venta de sexo. Ella inicia su alegato contra los prejuicios de recibir dinero a cambio de servicios corporales diciendo que: